En la actualidad, la acogida y la adopción han dejado de ser temas tabúes. Expertos y familias saben de la importancia de hablar con los niños y los adolescentes; sin embargo, muchas veces, las familias no saben cómo hacerlo.
La acogida y la adopción son dos medidas de protección para cuando un niño no puede estar con su familia. En la acogida, el niño no rompe el vínculo con los progenitores y es posible que vuelva a vivir con ellos, a diferencia de la adopción, en el que la rotura del vínculo es definitiva. Sin embargo, tanto en la acogida como en la adopción es imprescindible hablar de sus orígenes al niño o al adolescente. Lo que pasa es que no siempre es fácil hacerlo. Ideas como “es demasiado pequeño,” no lo entenderá o “si le cuento que no ha salido de mi barriga sufrirá “, impiden que se pueda hablar de manera clara.
¿Por qué es bueno hablar de los orígenes?
- El niño lo necesita para crecer. Toda persona tiene derecho a conocer su historia, lo necesita para construir adecuadamente su identidad. La familia tiene que ir contando al niño los datos que conoce de su pasado según la edad y las demandas que vaya haciendo.
- Es importante hablar de los orígenes porque si no puede provocar desconfianza. Cuando el niño, de manera casual, se entera de información importante de su pasado, normalmente provoca en él reacciones de enfado y desconfianza.
- A medida en que la familia hable con naturalidad del tema de la adopción o del acogimiento, el niño se sentirá más seguro para poder hacer preguntas. Así si en nuestro discurso aparecen expresiones como “el día que te conocimos”, “la casa donde vivías antes”, “los padres que te dieron la vida” … entonces estaremos creando un clima de confianza para que el niño o adolescente plantee sus inquietudes.
¿En qué momento hay que hablar?
Desde el inicio de la convivencia, sino, cada vez será más difícil y el impacto emocional que puede provocar en el niño puede ser muy negativo. Cuentos, álbumes de fotografías, caja de recuerdos… son recursos que nos pueden ayudar. Hay que tener en cuenta que un bebé o un niño muy pequeño es capaz de entender muchas más cosas de las que puede expresar. Después, a medida que vaya creciendo y de sus demandas, iremos ampliando esta información.
¿Cómo hay que hacerlo?
Siempre con cuidado, hay que transmitir la información de manera clara y constructiva. Por ejemplo, explicando que los primeros padres no podrían cuidarlo porque tenían muchos problemas a pesar de que se les intentó ayudar y que por eso él está con nosotros, porque necesita una familia que la ayude a crecer y le quiera.
También es importante dejar claro que las causas de la acogida o la adopción son externas al niño. A veces, desde su inmadurez psicológica, el niño puede pensar que la culpa de no estar con los progenitores es suya.
No siempre las preguntas llegan en el momento más idóneo. No pasa nada si las aplazamos, pero debemos tener presente que las preguntas siempre deben tener respuesta.
Por lo tanto, hablar de los orígenes ayudará al niño y al adolescente a construir adecuadamente su identidad y a crecer emocionalmente sano.